Un días andando por mi pueblo encontré a este artesano, y me quede obcervandolo ya que era digno hacerlo por lo que el estaba haciendo, realmente se me vinieron a la memoria cosas que desde mi infancia ya las había dejado de ver, trabajando la tierra para sembrar con su arado de palos muy artesanal tirados por una yunta de bueyes, no resistí la tentación y me acerque al hombre que muy gentilmente se detuvo en su tarea para atenderme y reponder algunas preguntas, Don Bueno así si llama el señor, hombre humilde de mirada franca y de dialogo pausado y estrictamente lo necesario me explicaba de su tarea, que a través de los años era lo mejor que había aprendido... a trabajar la tierra para lograr su sustento y de su familia, ejemplar para los días que vivimos... gracias don Bueno por su sencillez
martes, 14 de octubre de 2008
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